Se ovilla sobre las baldosas frías y comienza
a temblar. Siente náuseas y vomita. Con cada arcada expulsa unas palabras
enormes que pesadas y espesas llenan el
suelo. Le lleva un rato deshacerse de
todas las que formaron esa historia de dos. Las hay únicas, vulgares, esperanzadoras, hirientes, resabiadas,
cercanas, horribles. Y mientras las contempla, ya fuera de sí, empieza a sentirse bien. Se incorpora y conforme se alza las letras
menguan, se vuelven livianas. Y la brisa termina por llevárselas.
Concha García Ros.
Concha, es muy buena la idea que has plasmado y €ha encantado. Felicidades.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Muchas gracias, Nani. Me alegro de que te haya gustado.Besos
EliminarHola, Concha.
ResponderEliminarEs una buena forma de sacar de dentro lo que hace daño. Muy bien, bonita. Has sabido dar un sentido estupendo a esa frase de inicio.
Un besazo.
Gracias, Towanda. Buena terapia, efectivamente. Fuera todo lo q nos daña. Besos, guapa
EliminarQué bonito. Se puede sentir cómo se desinfla el personaje, cómo se vacía de cuanto le hace daño. Un giro a la frase del comienzo realmente bueno.
ResponderEliminarBesotes
Izaskun, me encanta la expresión que has utilizado: cómo se desinfla el personaje. Es esa la idea, se vuelve liviana, se siente ligera como las letras que se lleva el viento. Besos.
EliminarEsa prosa lírica, Concha, es un dulce. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Gracias, Juan Manuel. ¡Qué bien si te ha endulzado su lectura! Un abrazo
EliminarMe ha gustado tu relato eso no es vomitar palabras sino acariciar letras.
ResponderEliminarPues a mí me ha encantado tu comentario, Lorenzo. Gracias por pasarte y comentar.
EliminarGracias, Lorenzo. Me alegra tu visita. Un abrazo
ResponderEliminar¡Qué buen micro, Concha! El cuerpo es sabio, y vomitar es una forma de depurarnos Me encantó. Tiene fuerza y concreción.
ResponderEliminarUn abrazo
De eso se trata, David, de depurarnos para seguir adelante. Un beso
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