- Me molesta que me corrijas tanto -dijo él muy puntilloso.
- Claro,
a mí tampoco me importaría tener siempre la última palabra -le contestó ella
emborronando con lágrimas de caucho el papel.
Y una vez más tuve que empezar el cuento, tirando
la hoja a la papelera y suplicándoles que dejaran de discutir.
Concha García Ros
A veces ocurre en las parejas. Me ha gustado mucho tan escueto y con tanta historia detrás.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias, Nani. Un abrazo
ResponderEliminar...Por favor que tengo que plasmarlo....!
ResponderEliminarsin embargo tu no paras.
Otro que nos lleva a seguir reflexionando sobre lo que está bien hecho y lo que no , y siempre volviendo a empezar.Sin descanso
Jaja sí, siempre empezando, como en la vida. Como también hay quien tiene afán de goma y quien va por ahí pinchando como los lápices afilados. Un abrazo, Alberto.
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ResponderEliminarHola, Concha. Ese "tampoco me importaría" no se si es el que pedía Radio Castellón. De cualquier forma, debo decirte que esta semana se lo ha llevado mi mujer con lo del "acróbata". Bueno, siempre hace falto un pelín de suerte. El tuyo me gusta
ResponderEliminarHola, Luis. Sí, fue para Radio Castellón. Enhorabuena a tu mujer. Un abrazo
EliminarConcha, cuánto dices en pocas palabras. Pobre escritor, un testigo atado de pies y manos ante una historia de...¿amor?.Un micro precioso, enhorabuena.
ResponderEliminarGracias, Izaskun. A veces cuando escribimos nos sentimos un poco así, ¿verdad? Un beso, guapa
ResponderEliminarEs al revés, creo. Cuando los personajes se te rebelan, es cuando los personajes están maduros para atraparlos en las líneas. Muy bueno, Conchi
ResponderEliminarSe puede ver como una lucha entre personajes, entre lápiz y goma, entre escribir y borrar. Un abrazo
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