Era tan desapacible y frío como un lunes de
Enero. Nació azul y su madre después del parto estuvo tiritando todo un día. Ya
de adulto, entraba en una habitación y
la temperatura descendía varios grados.
Cuando conoció a María cambió. Le notaban
más delgado, pero también más cálido y amable. Es el amor, decían.
Todo fue bien hasta que desapareció la
noche en la que compartieron cama por primera vez. Al amanecer ella encontró
las sábanas empapadas y en el suelo un enorme charco de agua como toda
explicación.
Concha García Ros
Que imaginación y que bonito te ha quedado!!
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias, Nani. Besicos también para ti.
EliminarAy Conchi, se derritió de amor... Qué romántico!! Pero qué chungo... Jaja. Muy imaginativo tu relato.
ResponderEliminarBesos.
Es que los que los que van de fríos...
EliminarGracias por pasarte. Un besote
Eso es llevar a las últimas consecuencias una frase hecha Concha. Muy bien.
ResponderEliminarBesicos mil.
Ja ja Sí, a las últimas desde luego. Besotes, Izaskun
EliminarPues a mi no me gustan los amantes en forma de cubitos de hielo, por muy sangre azul que tengan.
ResponderEliminarBonito micro, Concha
Pues a mi no me gustan los amantes en forma de cubitos de hielo, por muy sangre azul que tengan.
ResponderEliminarBonito micro, Concha
A mí tampoco, Luis. Gracias por pasarte. Un abrazo.
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