No soportaba ese aire perezoso y bohemio ni esa manía suya de pasar las horas muertas leyendo; odiaba las salidas al monte, las comidas con familiares y amigos, las tardes de cine o cafés. Aunque, en el fondo, lo que de verdad detestaba es que todos le prefirieran. Así que, al llegar la medianoche y de forma sigilosa, como buen lunes, acabó con él, imponiendo de nuevo el orden.
Concha García Ros.
Este relato forma parte de la antología de microrrelatos "Inspiraciones nocturnas" editada por Diversidad Literaria.
Me ha gustado mucho Concha, creo que es de lo mejor que te he leido. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Muchas gracias, Izaskun. Un abrazote, guapa.
ResponderEliminar¡Ay qué envidioso! Genial Concha.
ResponderEliminarCuando estamos tan a gusto ,disfrutando de nuestro ocio ,Zass.
ResponderEliminarSencillamente bueno,Conchi