Cruzó el pasillo, bajó al sótano y disparó al
prisionero, luego volvió a la cama. Al despertar un sudor frío le cubría el cuerpo. Se puso en
pie tembloroso y fue hacia el baño. En el espejo contempló su cara
ensangrentada y la herida que había dejado la bala al atravesar el cráneo. Al
fin se sintió libre.
Concha García Ros.
Buen micro Concha, un paseo entre sueños, locura y más allá. El lector decidirá la opción que le plazca. Un abrazo
ResponderEliminarNo hay peor prisión que la de una mente torturada. Un beso
ResponderEliminar¡Guau, Concha, me ha gustado mucho! Un micro que pasa de la realidad al surrealismo, de la cordura a la locura...¡Muy bueno!
ResponderEliminarBesos
¡Muchas gracias! Esa sensación de angustia, de locura es la que pretendía transmitir. Besos
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