Cruzó el pasillo, bajó al sótano y disparó al
prisionero. Sintió que la euforia
inmediata de la venganza le rejuvenecía. Ella, que ni siquiera se dignaba a
darle los buenos días, que siempre le miraba con reprobación, que ya no quería
sus abrazos, con él se deshacía en atenciones. Hasta le llamaba “amorcito”.
Pero eso se acabó.
Cuando María volvió de la compra fue a
cambiar el agua y el alpiste de la jaula, pero no la encontró por ninguna
parte. Cuando él entró en la cocina le
miró con furia, pero ni siquiera eso hizo que le hablase.
Concha García Ros.
Los celos son demasiado poderosos y malos. Buena apuesta, a ver que pasa el miércoles. Suerte.
ResponderEliminarBesicos muchos.
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ResponderEliminarGracias Nani. Sí, los celos son destructivos y absurdos. Un beso.
EliminarLos celos son en general falta de confianza, tanto en el otro como en uno mismo; lo malo es cuando los celos se hacen enfermizos.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Hola Juan Manuel, gracias por pasarte. Un abrazo.
Eliminar¡Y no me extraña que no le hable su mujer! ¡Hacerle eso al pobre pajarito! Mejor que le hubiera comprado una pájara, je,je
ResponderEliminarMuy buen giro tragicómico el de este micro. Un abrazo
Sí, es una crueldad para el pobre pajarito que acaba sufriendo las consecuencias de esa terrible relación. Un abrazo, David.
Eliminar¡Cómo puede terminar una riña marital! Ay, pobre pájaro. Muy buen giro al micro, Concha. Tienes a las musas de tu parte, esta vez han sido dos...
ResponderEliminarBesos
Más que una riña, una rutina devastadora. Pobre pajarillo que pagó el pato. Un beso
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