Apenas advierto el incesante tic tac. Son
tantos años en este lugar escuchando el sonido de los que atrasan, los que
adelantan, los de pared, los despertadores, los de cuco, los vulgares, los de
coleccionista…, que éste se ha convertido en un silencioso ruido que sólo
percibo con mucho empeño.
Pero ayer pasó algo insólito. Cuando él entró en la tienda, todos, sin
excepción, realmente dejaron de sonar. El intenso silencio se podía casi tocar.
Cuando, despacio, se acercó sonriendo y me besó, sentí lo mismo que aquella
primera vez.
Hoy dudé, pensé que sólo había sido un sueño,
hasta que encontré una nota en mi bolsillo. Era su letra, la misma de antaño.
“Te espero en Kairos”, decía.
Mi reloj se ha vuelto a parar a la misma hora.
Sólo escucho el chirriar de la puerta al abrirse y el ritmo acelerado de mi
corazón.
Concha García Ros.
Me encanta ;)
ResponderEliminar¡Qué buen asesor técnico tengo!
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