En cada cambio de estación toca hacer balance
de ausencias y novedades. Al terminar la primavera las muñecas quedaron
arrinconadas y las estanterías se llenaron de libros. Tras el verano se
despidió de su primer amor y se calzó esas botas que pisaban firme el suelo.
Pasó el otoño dejando en la almohada algunos sueños, mientras que por fin
sonreía frente al espejo. El invierno inclemente devastó su memoria, ya no
podrá hacer recuento.
Concha García Ros
El tiempo es, pese a su aparente lentitud, así de inexorable. Muy bonito relato.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Inexorable, sin duda. Lo importante es sacarle jugo. Un abrazo, Juan Manuel
ResponderEliminarUn micro que se lee en un suspiro, como la vida que contiene en él. Me encantó
ResponderEliminarSí, la vida se nos pasa en un suspiro. Hay que tratar de vivir intensamente. Un abrazo
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