Y allí sigue, en silencio, acumulando polvo,
junto al proyector de cine, el barco pirata y la nave espacial. Saca un pañuelo,
la limpia con cuidado y empieza a tocar. La melodía le trae recuerdos,
fotogramas precisos se disparan uno tras otro mezclándose con la música. Cada
nota le trae con nitidez un momento vivido. Una tras otra le remontan hacia
atrás, hasta llegar a aquel lugar cálido e ingrávido. Y mientras una vieja
armónica queda arrumbada en el desván, nadie podrá explicar por qué se repite la
historia. Abuelo y nieto, ambos músicos excéntricos, desaparecidos en extrañas
circunstancias.
Concha García Ros
Cómo me gustan los relatos en los que un pequeño detalle transporta la memoria a otros lugares y momentos. Bien, Concha.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Gracias Juan Manuel, me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarHola, Concha.
ResponderEliminarY yo me pregunto ¿dónde están ese abuelo y su nieto? Me encanta ese final abierto para poder conjeturar.
El texto entero evoca recuerdos y, para mí, un misterio que me ha gustado mucho.
Felicidades, Concha.
Un besote.
Hola Towanda, el final invita a seguir escribiendo esas historias tan extrañamente paralelas. Gracias por tus palabras. Un beso
EliminarAbuelo y nieto dueños de esas notas desaparecidos por arte de magia yla armónica, allí esperando, ¿qué?
ResponderEliminarMuy sugerente tu micro Concha.
Besicos muchos.
La armónica es la puerta hacia otra realidad. Un beso
EliminarEs tu apuesta para REC. ¡La frasecita de inicio se las traía en esta ocasión! Has sabido sacarle provecho a partir de la armónica. Saludos
ResponderEliminarSí, la frasecita de inicio lo ponía difícil, cerraba demasiado el tema. Pero bueno, se hizo lo que se pudo. Un beso
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