La lluvia de fuego que lentamente devoraba la
ciudad era la prueba inequívoca de que había llegado. Todo se iba consumiendo
en un crepitar salvaje de llamas, lágrimas y alaridos. Hasta que no quedó nada,
sólo cenizas. Entonces mi risa perversa tronando en aquel vacío me pareció de
lo más estúpida.
Concha García Ros
Bien llevado, Concha. He visto al "malo" de la película carcajeandose en su soledad, y cuando se ha dado cuenta de la misma, se le ha congelado la risa...
ResponderEliminarBesicos
Gracias, Filias y Fobias, si he conseguido que lo vieras me siento satisfecha. Un beso
Eliminar¡Caramba! Imagino que es de algún concurso, pero tres historias de una misma frase. De los tres, por lo que cuenta y por lo que transmite, este es el más completo y redondo. Me gustó muchísimo. Abrazos
ResponderEliminarSí, David, son relatos enviados al concurso semanal de "Relatos en cadena" que organizan Cadena Ser y Escuela de Escritores. Gracias por tus comentarios, me animan mucho. Besos
EliminarSi es que cuando todo queda devastado y el malo malísimo se ve solo empieza a aburrirse. Buena apuesta te veo prolífica.
ResponderEliminarAbrazos
Hasta el más malo se aburre, jaja. Gracias Manuel. Un beso
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