La lluvia de fuego que lentamente devoraba la
ciudad hizo crecer en los campos un tubérculo peculiar. Los que lo comieron fueron objeto de una
extraña efervescencia en la boca del estómago
y de unas enloquecidas ansias de
vivir. Ese año se duplicaron los nacimientos y, en pocos meses, las risas de
colores pintaron el gastado gris de los
edificios. Una nueva urbe renacía de las
cenizas.
Concha García Ros
¡Tercer micro, hija que creatividad la tuya!¡Qué bien! Un alegato por lo positivo y el renacer, me ha gustado, aunque puestos a elegir me quedo con el Instante Revelador.
ResponderEliminarSuerte para la próxima, preciosa
Un renacer desde las propias cenizas.Nunca es tarde. Gracias por comentar. Besos
EliminarHola, Concha.
ResponderEliminarPositiva y soñadora, ¡olé por ti!
Te ha quedado precioso. A lo mejor si pensáramos un poquito más en positivo veríamos las cosas un poco menos negras, ¡amos, digo yo!
Un beso muy grande, reguapa.
Hola Towanda, yo creo que sí, que es un aprendizaje el de pensar en positivo que nos está haciendo más falta que nunca. Besos guapa.
Eliminar¡Un micro que deja un muy buen sabor de boca! Un abrazo
ResponderEliminar¡Gracias David! Me alegro de que así sea. Un beso
EliminarUn relato lleno de esperanza y vida. Felicidades Concha.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias Nani. Si aporta algo de esperanza ya me doy por contenta.
EliminarCuándo van a crecer esas patatas por mi país... Ese es el espíritu, Concha.
ResponderEliminarUn saludo
JM
Seamos positivos a ver si esos tubérculos empiezan a germinar. Un saludo.
EliminarIre mirando al suelo cuando pasee por el campo a ver si encuentro algo parecido.Abrazos
ResponderEliminarJaja Sí, Manuel, a ver si hay suerte y los encontramos pronto. Gracias por visitarme. Un abrazo
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