martes, 14 de enero de 2014


MADRUGADA




Las calles aúllan su ausencia, alimentándose de la humedad de la noche de febrero. Los pasos se apresuran buscando huir de la conciencia nítida y pegajosa que acompaña a estas horas. Buscan el calor de lo conocido, la seguridad de lo cotidiano, dejando los delirios para otros. Para ellos, los que cruzaron la frontera, los que jamás regresarán del otro lado, destellos descalzos de esta madrugada. Con el cuerpo aterido por el frío, con el insomnio como amante eterno, con la sonrisa inerte en sus labios rotos.
 
Concha García Ros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario