Huésped
de mi cuerpo el tiempo en el que fuimos
risas,
miradas, lenguas, cuerpos, sudor, abrazos, sueño.
Apenas
se deja ver entre las comisuras de mis labios rotos,
a través
de mis ojos cansados.
Vuelve
una y otra vez hasta mil
en la
noche, en el silencio.
Y de
repente, palabras a las que apenas sobrevives
turbando
la razón dibujan el camino.
Mastícalas
despacio, su sabor es amargo,
te escupen a la cara su verdad descarnada,
su
veneno te devuelve a la vida.
Me miro
en tus ojos que ya no me reflejan,
me
sueño en otro sueño aún no despertado.
Concha García Ros.